VILLA
El Sufrimiento
Se nace y se muere. En el medio se lucha por evitar ese destino fatal. La muerte, como una sombra persistente, leal a la vida. La vida, sentenciada desde su nacimiento, obligada a ser y a fallecer. La posibilidad es una, sólo una; es rendirse a la imposibilidad de la eternidad. En el budismo se habla de la impermanencia, la vida como un cambio constante que no puede mantener un estado. Pero esta incapacidad, esta perseverante mutación, es curiosamente permanente, infinita en la finitud del ser. Hay una condena al cambio, a la imposibilidad de escoger otro camino. El hombre en su cuerpo se añeja desde su gestación en el vientre, no hubo facultad de elección, es la naturaleza del cuerpo y ahí no cabe la eventualidad de cambio en su incesante devenir.
La muerte no opaca la vida, al revés, la exalta. Un punto blanco en un vasto negro se excita, se impone su presencia más que nunca. Por eso, la imposibilidad antes de negar una idea, la resalta y expone la integridad de su naturaleza, la raíz de su existencia. Una sentencia que abole la libertad, primero la define y hasta la construye en la imaginación. Tal como pasa con el espacio al ser limitado, en esa condición, este se siente con todo su peso, se enaltece, es. La condena a ser limitado no limita su existencia, incita a la reflexión del espacio, como en la arquitectura y en la escultura, el volumen aparece justo cuando se restringe.
John Cage compone 4’33’’, tres movimientos donde los intérpretes se abstienen de tocar su instrumento por tal tiempo. Se supone, la obra resalta el silencio, pero el sonido más que nunca llega imponente sin importar su volumen. Cage comenta: “Lo que pensaron que era silencio, porque no sabían como escuchar, estaba lleno de sonidos accidentales”. Ahora se siente más que nunca, ahora el sonido es gigante y el silencio, sin aparecer, lo ha elevado a su máxima contemplación. Siguiendo este camino, el Erhu, instrumento chino, está compuesto principalmente por dos cuerdas y un arco. Lo peculiar es que el arco está incrustado entre ambas cuerdas, su condena es la permanencia en esta jaula de excitación sonora. La imposibilidad de separar las cuerdas del arco crea una relación supremamente estrecha entre ambas partes. Ignorar el arco y su propia libertad es casi imposible, ahora este es enorme y sus características físicas se hacen sentir agudamente.
La negación ya no puede eliminar lo negado. En la mente, los traumas precoces o de la infancia, muchas veces se niegan inconscientemente, se trata de impedir la existencia del recuerdo hasta que se logra ocultar. Pero el trauma persiste, nunca se ha ido, ahora es enorme porque la negación lo ha reiterado. La imposibilidad nace de la posibilidad y viceversa. La vida es porque la muerte la ha nombrado. El sonido es porque el silencio lo ha florecido. El espacio es porque la limitación lo ha limitado. Tal vez es una tragedia por un destino marcado desde el principio o, tal vez es tan sólo la armonía perfecta.