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Las hojas caerán

“La importancia que tiene la Biblioteca Nacional para el país es la misma importancia que puede tener la memoria para una persona”. Así apreció el escritor Enrique Santos la segunda biblioteca pública de América. Seguramente el número de colombianos que entienden la importancia de esta institución, la Biblioteca Nacional, es supremamente bajo. Sin embargo, desde 1773 este organismo se ha encargado de atesorar todos los documentos patrios, las robustas donaciones de colecciones de eruditos, y hasta las partituras originales de himnos y canciones raizales. Sobre la calle 24 de Bogotá y a espaldas del Parque de la Independencia, se ubica la actual sede de la biblioteca, instalada en uno de los intocables Monumentos Nacionales de Colombia.

En el 2019 un concejal de la capital compartió un video en el que se registraba la tala de un árbol. La indignación de la ciudadanía ya estaba caldeada por las numerosas bajas de troncos en la ciudad. Pero este arboricidio tuvo dos elementos que lo resaltaron del resto: el perenne pertenecía al catálogo de árboles patrimoniales y de interés público, y su ubicación correspondía a la acera de la cuidadora Biblioteca Nacional de Colombia.

“Las hojas caerán” es un proyecto multimedia que recrea el principio de un mueble arcaico: una biblioteca vertical para apreciación de contorno. Construida en madera, esta posee 16 cajones, un nicho y decenas de piezas gráficas. Creando en cada rincón una simbiosis entre el árbol caído y la institución patrimonial, el proyecto reflexiona sobre la jerarquización de la información y la selección de importancia en el interés público. Invita al espectador a interactuar con sus partes, para recrear una biblioteca que no alberga patrimonio nacional, pero sí cuida el recuerdo de un evento infortunado y enaltece la información que no está plasmada en hojas, sino en los troncos que las producen y ondean.

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